Bullying

Para que el bullying tenga éxito se tiene que producir una combinación entre un tipo de persona extraordinaria y dos tipos de persona ordinaria. El bullying lo padece habitualmente gente fuera de lo cotidiano en sociedades que sufren de un alto grado de homofilia (amor a lo igual) y elevadas dosis de heterofobia (miedo a lo distinto).

Las personas que sufren bullying SON diferentes. Son personas que no se adaptan a los patrones de la normalidad. Los motivos son amplios y diversos. Personas que son menos capaces de lo normal y son considerados tontos. Personas más capaces de lo normal y son considerados empollones. Personas con profundas creencias religiosas y que son perseguidas por su credo (ya sea católico, musulmán o judío). Personas que no saben o no pueden relacionarse adecuadamente con sus compañeros y son atacados por raros. Gays o amanerados que son considerados maricones. Personas que son inadaptadas y rebeldes o con problemas familiares y que son perseguidas porque han estado envueltos en todo tipo de conflictos desde pequeños… O personas con ideología constitucionalista en un ambiente separatista. Todos ellos reciben ataques por lo que SON, no por lo que HACEN.

El segundo elemento son las personas ordinarias, en el sentido de vulgares. Son aquellos seres despreciables que se creen con la autoridad suficiente para pegar collejas a otra persona. Son tan viles que generalmente les falta el valor de llevar a cabo su labor depuradora en solitario, sino que necesitan esconderse en el cobarde anonimato de una jauría despreciable. Este tipo de persona está autorizada a maltratar a su próximo, ya que ellos SON los buenos. Tienen el mandato, aunque no sabemos quién lo ha otorgado, para imponer SU justicia, ya que han de impedir que aquellas personas diferentes a ellos (los elegidos) contaminen al resto de la sociedad.

El tercer y definitivo elemento de esta ecuación de círculo vicioso son el otro tipo de personas ordinarias: las normales y corrientes. Todas esas personas que SON promedio (o mediocres). Dentro de este último grupo están las personas que no se van a atrever a golpear a nadie, pero que entienden lo que está pasando. Son las personas que en el fondo opinan que si una persona está sufriendo acoso es porque algo habrán hecho o porque en el fondo se lo merecen. Son aquellas personas que pueden ver a su vecino y pensar en cuántas tobas le habrán caído en el patio del colegio. También lo forman otras personas que son normales y corrientes y que no quieren que su estatus cambie. Su único afán es que la sangre no los salpique y no levantar mucho la voz ante los abusos, no vaya a ser que de repente se conviertan en personas extraordinarias.

Pero el peor grupo de todos es aquél en el que se combinan en cierta manera los dos elementos de ordinariez. Son aquellas personas que quieren pasar por normales, que entienden las razones que llevan a un episodio de bullying, y que sin ensuciarse las manos señalan a los despreciables ordinarios quiénes son las personas que han de sufrir el desprecio. Son todas las personas que van de tibios, de moderados, pero que en el fondo demuestran un sectarismo implacable que les lleva a ni siquiera redactar un simple tweet desde el Gobierno para condenar los abusos que están sufriendo sus adversarios (que no enemigos) políticos. Unos mueven el árbol y otros recogen las nueces. Dar argumentos al violento mientras se recogen los réditos de la moderación.

Porque eso es lo que estamos viviendo en el proceso electoral español. En estos momentos me siento cercano de los hijos de policías nacionales en Cataluña o de candidatos del PP, Ciudadanos o Vox en el País Vasco. De esos niños que pueden ser despreciados porque sus padres pecaron… o sus abuelos (ya que se les impone que tienen que ser herederos del franquismo). Por eso en este momento me da nauseas escuchar a todos aquellos políticos que hablaron del trifachito. Si somos conscientes de las barbaridades que ocasionó el fascismo, de toda la gente a la que masacró, no podemos dar ese calificativo a personas de otros partidos únicamente por el hecho de pensar de manera diferente a cómo lo hace otra mayoría. Si hacemos creer a la gente que su vecino es un fascista, que va a atacarle a él y a su familia ¿cómo podemos impedirles que no actúen en defensa propia y castiguen a los fascistas por su maldad?

Por eso un candidato de izquierda como Echenique no puede nunca quitar el derecho a una fuerza política en la que además militó (Ciudadanos) a expresarse en Rentería. Y un Molt Honorable President de la Generalitat no puede pedir a un grupo filoterrorista como Arran o los CDR que aprieten, cuando ellos impiden con violencia un acto de los candidatos de Vox en Gerona o del PP en la Universidad mientras él se manifiesta con total libertad en el centro de Madrid por sus ideales sin que nadie le moleste. Pero, sobre todo, un ministro encargado de garantizar la seguridad y la igualdad de los ciudadanos, como es Marlaska, nunca puede decir que unas personas provocan por manifestarse en un territorio de España defendiendo sus ideas si tiene un mínimo de decencia.

Lo que está sucediendo es INTOLERABLE. No se puede denigrar a personas por lo que SON. Por lo que PIENSAN. Ningún tipo de acoso puede ser consentido. Del mismo modo que todos estamos de acuerdo en que es inaceptable que se maltrate a nadie por su religión, raza, condición sexual o capacidad intelectual, tenemos que manifestarnos todos en contra del desprecio y acoso a las personas por su ideología.

Pero que tengan cuidado las personas normales, ya que nadie está libre de que un mal encuentro con los vulgares les convierta en extraordinarios en un fatídico momento. No es mal recordatorio para partidos políticos que ahora se ponen de perfil y que han sufrido ataques a sus sedes por el independentismo radical hace apenas un año y padecieron en carne propia decenas de muertos por terrorismo. La hermana de uno de ellos, Maite Pagazaurtundua, estaba Rentería… pero con Ciudadanos.

10 comentarios en “Bullying

  1. Albert Tasias Franci

    Juan Alfonso, hola de nuevo. Ya ves que hoy no me ha dado por ver una película. La comida que tan a gusto compartiremos mañana en mi casa promete ser interesante, sabiendo que, a los temas de siempre, le sumaremos una jornada electoral especialmente caliente.

    A ver, a ver, a ver. Defender en un mismo texto que no se puede llamar «trifachito» a nadie, para en el siguiente párrafo referirse a Arran o los CDR como «filoterroristas» es ser muy, muy, muy asimétrico. Es un sesgo demasiado grande, que invita a leer todo lo demás con mucha precaución.
    Si Marlaska se ha ganado una cita en el post, quiero pensar que Fernández Díaz tiene uno dedicado para él solito.

    Intuyo que, con la INFORMACIÓN CONFIRMADA que se ha publicado sobre él (video incluido), un juez alemán habría extraditado a Fernández Díaz por algún tipo de delito, sin dudarlo! Eso también ocurre en la batalla de nacionalismoS (con S) que tristemente estamos viviendo, y no puede ser obviado cuando se analiza lo que ocurre. Se han cruzado varias líneas rojas… en ambos bandos de esta batatalla. Otra cosa es que la intención sea escribir propaganda, como la que día a día recibo del «nacionalismo» catalán. En tal caso hay libertad total, pero para mayor entendimiento de los lectores sería sano añadir un disclaimer inicial que diga algo tipo: este texto contiene información seleccionada de forma cuidadosa para respaldar unas ideas establecidas de antemano. No pretende ser un análisis riguroso de la realidad.

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    1. Uno intenta escribir lo más honestamente posible. Pero creo que nos pasa a todos que tenemos más facilidad para comprender a un tipo de personas que a otros.

      Cuando veo cómo se trata a determinadas personas por lo que son, por lo que piensan… cuando se condena a personas a escarches por ser de un partido político (que además es minoritario) me acuerdo del bullying y me da mucha rabia.

      Cualquier texto que escriba lógicamente parte de mi visión, y por tanto siempre será parcial. Pero al menos siempre intentaré ser honesto

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