Nuestra relación con los políticos no debería consistir únicamente en escuchar sus promesas (o en el espectáculo de cómo se pelean entre ellos) sino también en que los políticos escuchen los temas que nos preocupan. Igual que a los Reyes Magos en Navidad, yo realizo la carta a mis representantes, aunque me temo que me van a hacer tanto caso como Papa Noel a Gomaespuma. Para no hacerlo largo, voy a resumir mis preocupaciones en los dos mayores retos estructurales a los que nos enfrentamos en España: el envejecimiento de la población y la transformación tecnológica.
Empezamos por el envejecimiento de la población. El gasto de pensiones en España fue en enero de 2019 por un importe de 9.536 millones de Euros, mientras que en enero de 2011 fue de 6.981 millones. Esto supone un crecimiento del gasto en pensiones del 36% en los últimos 7 años frente a un crecimiento del PIB de únicamente un 13% y una inflación contenida por la crisis económica. Solo en 2018, el crecimiento del gasto en pensiones fue de más del 7% frente a un crecimiento de la economía del 2.5% y un déficit del 2.7% del PIB. Además, la esperanza de vida en 2018 fue de 83.50 años frente a los 82.27 de 2011. Ante esta inquietante realidad, los partidos políticos no han sido capaces de lograr acuerdos sustanciales en el Pacto de Toledo y siguen defendiendo que es viable mantener el poder adquisitivo de las pensiones, por el coste político que supondría alertar de lo contrario.
Actualmente, las pensiones suponen más del 40% del gasto en los Presupuestos Generales del Estado. Si el gasto en pensiones se sigue incrementando en las mismas proporciones que en la última década, los próximos años no tendríamos suficientes recursos para el asumir el volumen de gastos sociales corrientes o acometer inversiones que permitan impulsar nuestro tejido de I+D o modernizar nuestras infraestructuras para ser más competitivos.
El riesgo de que en 10 años máximo, las pensiones se devalúen en mínimo un 20% es real si no hacemos nada. Las tensiones sociales y los nuevos movimientos populistas que surgirían a resultas de tan drásticos recortes nos harían añorar a los Marqueses de Galapagar. Por ello, no existe otra alternativa viable al retraso en la edad de jubilación de los trabajadores, aunque no sabemos si sería suficiente. Si vamos a vivir más tiempo en mejores condiciones, no es sostenible que los trabajadores reciban una pensión durante 20 años en los mismos términos que cuando la pensión se disfrutaba menos de 10 años de media.
El segundo punto de preocupación es la revolución digital. La irrupción cada vez mayor de nuevas tecnologías está provocando un proceso de obsolescencia (no programada) a grandes grupos de población, que están cada vez más institucionalizados y se ven expulsados del mercado de trabajo. Este cambio en la sociedad va a ser radical, puesto que gran cantidad de los trabajos que actualmente son desarrollados por humanos desaparecerán. Esta transformación no va a afectar únicamente a la sustitución de trabajos considerados rutinarios (taxi, logística o construcción) sino que va a afectar a todo tipo de profesiones, incluyendo a las consideradas liberales (economistas, médicos, abogados, ingenieros…)
Desde que se superaron los movimientos ludistas, la economía ha demostrado una gran capacidad para reinventarse. Un momento de cambio como el actual genera infinidad de nuevas oportunidades. El desarrollo tecnológico, junto con una caída drástica de la natalidad, nos conduce a una sociedad en la que se necesitará mucha menos mano de obra humana. La necesidad de una mayor productividad por persona incrementará la sustitución de mano de obra por automatización, de modo que sean los robots quienes paguen las pensiones.
Esto nos lleva a una segunda consecuencia. Si no se produce la transformación tecnológica vamos a precisar de inmigrantes como mano de obra que permita sostener el sistema productivo. Pero si sí se produce, estas sociedades tendrán la tentación de bloquear incluso más sus fronteras. El inmigrante podría ser visto como una amenaza al bienestar logrado, ya que habría que mantenerlo mediante subsidios (al igual que a los nacionales), mientras en sus países de origen se incrementaría la presión demográfica.
Vivimos en un mundo de crisis, entendiendo como crisis un momento en el que lo viejo (lo analógico) no ha muerto y que lo nuevo (lo digital) no termina de nacer. La solución no pasa por cerrar los ojos hasta que el problema se escape de nuestro control, sino que necesitamos adaptarnos progresivamente al nuevo mundo que estamos construyendo. Si en lugar de centrarnos en lo importante, seguimos derrochando energía en discutir tanto con populistas (Trump, Salvini o Podemos) como con nacionalistas (Brexit, independentismo catalán, Le Pen) nos dirigiremos inexorablemente hacia la glaciación.
En España, nos encontramos con un el problema de la fractura social. Es por ello que maldigo a los que han tensionado tanto el ambiente para llegar a dividir a España en dos, recordando nuestras peores tradiciones. ¡Qué miedo! Aunque recelo de los tres Jinetes del Apollalipsis (quienes me parece que necesitan en ocasiones de grandes dosis de tila concentrada en vena para tranquilizarse) mucho más me da que se reedite un gobierno Frankenstein liderado por un personaje tan vacuo como el pseudodoctor presidente.
La sociedad tan fracturada que han generado populistas e independentistas en estos últimos años va a provocar que no se tomen medidas que realmente resuelvan estos dos grandes retos a los que se enfrenta una sociedad cada vez más beligerante y menos vigorosa. Una sociedad que va a necesitar trabajar conjuntamente para sacar adelante sus desafíos, mientras se cierne sobre nosotros el conflicto intergeneracional que llevará a la pérdida del poder adquisitivo de las pensiones. Y lo que da más rabia es que una profunda crisis se nos acerca en un momento en el que lo tenemos todo para que los avances tecnológicos nos permitan un bienestar inimaginable. Si no afrontamos nuestros retos y aprovechamos nuestras oportunidades, winter is coming.
Pingback: Bandera feminista – Zihuatanejo
Pingback: El yin y el yang – Zihuatanejo
Pingback: Notre Dame. Notre Europe – Zihuatanejo
Pingback: A trabajar – Zihuatanejo
Pingback: Matrimonios y divorcios – Zihuatanejo
Pingback: Duelo gastronómico – Zihuatanejo
Pingback: No hay dos sin tres – Zihuatanejo
Pingback: El modificado – Zihuatanejo
Pingback: Salario mínimo – Zihuatanejo
Pingback: Importan – Zihuatanejo
Pingback: Estado de alerta – Zihuatanejo
Pingback: Los tres Francos – Zihuatanejo
Pingback: Gafas – Zihuatanejo
Pingback: Roscón – Zihuatanejo
Pingback: Hora punta en el Metro – Zihuatanejo
Pingback: Generales 2019 – Zihuatanejo