El partido con más escaños en España acaba de elegir a su nuevo presidente, Pablo Casado. Queda pendiente ahora la elección de su presidente de honor, donde parece que la rivalidad puede ser incluso más enconada que la votación que se acaba de celebrar.
La decisión que tomaron los compromisarios populares fue homologarse con los otros tres partidos mayoritarios a nivel nacional. Ahora ya tenemos 4 líderes jóvenes y bellos (bueno, Pablo Iglesias solo joven), con amplia experiencia en el manejo de los medios y con más horas de televisión que de gestión.
Parajódicamente, Pedro Sánchez es quien tiene más experiencia en gobierno, donde ya ha demostrado su determinación con las manos y su capacidad de organizar importantes reuniones los viernes por la tarde en la Comunidad Valenciana. Lamentablemente hay gente que no sabe apreciar por el hecho casual de coincidir con un concierto en el FIB y se quedan con el nimio detalle de usar el avión oficial para conocer el Ayuntamiento de Castellón.
La coincidencia generacional de los cuatro grandes líderes, debería ser un elemento propicio para el acuerdo y la búsqueda de consensos por el bien común de España. Sin embargo, el hecho de que los dos mayoritarios hayan sido elegidos a resultas de una moción de censura a los aparatos de sus partidos, en la búsqueda de reafirmar las esencias de sus partidos pueden llevar a que un “no es no” sea respondido con un “tampoco es tampoco”. Los otros dos machos alfa también defenderán firmemente sus convicciones, mientras defienden los derechos de las mujeres. Días complicados para la negociación y el acuerdo.
Ahora, en el momento en el que vuelven a aparecen las 7 Españas: Socialistas, Anarquistas y Comunistas (una curiosa mezcla que en mayo de 1937 se mataba en Barcelona y que hoy se unen en los Populistas), Liberales, Democristianos, Conservadores y Nacionalistas, la negociación transversal de la que todos hablan parece meterse en el cajón para crear nuevamente una división por la mitad entre izquierdas y nacionalistas frente a la derecha, mientras se siguen peleando también entre sí, sin nada más que una sino el rechazo al otro bloque. Parece que no hemos aprendido nada.
Al final, aunque su tiempo ya había pasado, puede que terminemos añorando al único centrista reformista que ha habido en España, cuyo apellido es Rajoy. Pese a ser más parado que una foto (y haber perdido la mitad del apoyo que obtuvo en 2011) fue quien logró que PP, PSOE y Ciudadanos se uniesen en un acuerdo (aunque fuese de mínimos) sobre el principal reto que vivió la democracia española en la última década. Será que únicamente un gallego, que no sabes si va o viene, pregunta o responde, habla o calla, es capaz de ser centrista en este país (condición que no todos sus vecinos tuvieron a lo largo de la historia).
Parece que España no es país para moderados…
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